Con el corazón lleno de tristeza, pero también de esperanza cristiana, desde el Colegio Jesús Nazareno elevamos una oración por el alma del Papa Francisco, nuestro pastor, nuestro guía, nuestro padre en la fe, que ha partido a la Casa del Padre.
Hoy lloramos su pérdida, pero también damos gracias a Dios por su vida entregada, sencilla y llena de amor por los más pequeños, los pobres y los que sufren. Su pontificado ha sido un ejemplo constante de humildad, de servicio, de misericordia y de valentía profética, como la de los primeros cristianos. Como los santos mártires, el Papa Francisco no tuvo miedo de dar testimonio de Jesús en un mundo que a veces se olvida de Dios.
Fue un hombre que vivió el Evangelio con autenticidad, con palabras y, sobre todo, con obras. Nos enseñó que la Iglesia es un hospital de campaña, que el perdón es más grande que cualquier pecado, y que cuidar de la Creación y de nuestros hermanos y hermanas es un acto de amor a Dios.
Desde su famosa frase “recen por mí” hasta su sonrisa bondadosa en cada encuentro con los niños, los ancianos o los presos, el Papa Francisco nos enseñó a mirar con los ojos del corazón, como lo hicieron también los mártires: con una fe valiente, una esperanza firme y un amor incondicional.
En nuestras clases, en nuestras oraciones de la mañana, en cada Eucaristía, su recuerdo seguirá vivo. Porque su vida fue semilla de fe para millones, y como Jesús, entregó todo sin pedir nada a cambio.
Hoy, como comunidad educativa, nos unimos al dolor de la Iglesia universal, pero también proclamamos con fe lo que él mismo nos enseñó: que la muerte no es el final, sino el comienzo de la Vida eterna.
Que el Señor lo reciba en su gloria y que María, Madre de la Iglesia, lo lleve de la mano al encuentro definitivo con el Amor.
Descansa en paz, querido Papa Francisco. Seguiremos caminando con tu ejemplo en el corazón.
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El Equipo Educativo del Colegio Jesús Nazareno
“Sed humildes, sed pequeños, sed luz en el mundo” – Papa Francisco