
LA EDUCACIÓN MUSICAL: DANZA Y MOVIMIENTO
En ocasiones la clase de Música se centra en el aprendizaje de las notas, la producción musical o en el entrenamiento auditivo, contenidos necesarios e imprescindibles para desarrollar una formación musical desde la base. En este sentido, todos los ámbitos son importantes y deben desarrollarse de forma complementaria.
Sin embargo, el papel de la danza queda a veces relegado, bien por falta de espacios o acondicionamiento de los mismos, bien por falta de formación u otros prejuicios. Las necesidades organizativas y las acciones que incluye cada actividad determinan el uso de uno u otro espacio.
Aunque los bailes tradicionales son una parte importantísima del currículum, y las canciones motrices son un recurso que moviliza y capta la atención de los alumnos, debemos evitar la repetición de los movimientos sin saber bien por qué se hacen sin explicar el sentido de los mismos. No en pocas ocasiones la danza queda sujeta a la coreografía de los bailes tradicionales o fiestas de fin de curso y otros actos escolares.
Desde el punto de vista competencial elementos como ritmo, métrica y pulso son esenciales en el contexto escolar. Reforzar este tipo de contenidos con prácticas de movimiento corporal enfocado a la danza, resulta eficaz con el uso de canciones de estilos distintos. Plantear una organización compleja dificultará el desarrollo y necesitará mayor inversión de tiempo.
Por otra parte no se trata de abordar un cancionero más o menos lúdico que haga de la sesión musical una “fiesta” de por sí, o una sesión de animación que incluya técnicas de relación o similar. Se trataría más bien de que estas prácticas incorporen determinados contenidos programados por el docente para mejorar la calidad de las actividades, integrando en las mismas todas las competencias musicales posibles en ese contexto concreto.
El objetivo será plantear el movimiento corporal en función del desarrollo de las demás competencias que queremos trabajar, incorporando de este modo aspectos relacionados con la estructura musical, como la forma, las frases y períodos musicales, la improvisación corporal adecuada al nivel que corresponda. De igual modo, el aprendizaje de una melodía utilizando el movimiento como recurso expresivo pero también como refuerzo del desarrollo de competencias perceptivas y rítmicas, auditivas y vocales.